Imagínense dos vasos. Uno es de cristal y el otro es de plástico. Sí íbamos a pintar algo, y necesitábamos un recipiente pequeño en qué echar algo de pintura, seguramente escogeríamos el vaso de plástico y no el de cristal, pues, es el de cristal sería demasiado elegante.
A veces nos creemos tan superiores y finos que nos volvemos inservibles para el servicio y uso de Dios. La persona conforme al corazón de Dios, es una persona útil, que no se cree superior a los demás.