“Y Samuel dijo: ¿Se complace el Señor tanto en
holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la voz del Señor? He aquí, el
obedecer es mejor que un sacrificio, y el prestar atención, que la grosura de
los carneros”. -1 Samuel 15:22
Decimos
estar ocupados, supuestamente en las cosas del Señor. Pero, si estamos tan
ocupados en nuestro servicio religioso, que ignoramos casi por completo a Dios
y lo que nos ha mandado hacer, ¿realmente estamos ocupados en Sus asuntos? ¿Qué
es lo que Dios verdaderamente desea de nosotros?
Lo que
hacemos en el CENTRO DE VIDA tiene el fin de obedecer a Dios, cumplir Su
voluntad y permitirnos permanecer lo más cerca posible de Él. Los Centros De
Acción, discipulado, Cuaderno Espiritual y todo lo demás, tienen este objetivo
en mente. Lo malo, es que aun estas cosas pueden convertirse en un sacrificio
en vez de obediencia. Podemos hacerlas sin prestar atención a lo que hacemos,
cumpliendo un rito religioso, en vez de invertir en nuestra relación con Dios.
Dios quiere
que le respetemos, que caminemos con Él, que le amemos y que le sirvamos.
Quiere tener una relación íntima con nosotros, en la cual Su voluntad se
convierte en la nuestra. Al dedicarnos de corazón a la multiplicación de
nuestro Centro De Acción, estamos engrandeciendo Su Reino, no el nuestro.
Cuando nos sentamos por la mañana con el Cuaderno Espiritual, nos tomamos de Su
mano antes de salir al campo de batalla, entendiendo que sin Él, el día será un
total desperdicio. Cuando discípulamos, nos acordamos de las palabras del
Maestro quien dijo, “Cuando se lo haces a u no de estos mis pequeños, a mí me
lo has hecho”. Pensamos en lo bueno que hubiera sido tener a alguien quien se
preocupara por guiarnos en las cosas básicas de nuestra relación con Dios y de
lo bueno que será tener a otro guerrero, dispuesto a entrar a la batalla para
pelear hombro a hombro con nosotros por la causa de Jesús.
Dediquémonos a hacer las cosas correctas, de la manera correcta, siendo
obedientes y prestando atención a la voz de Dios. Esto no es asunto de
ocuparnos en actividades religiosas, sino vivir con Dios.