Ídolos vienen en
todo tipo de tamaño, forma y color. Mayormente, cuando pensamos en ídolos,
contemplamos la imagen de una persona o animal, labrada en madera o piedra,
delante de la cual se postran quienes la adoran. Oh, mis hermanos, ¡eso ni
rasca la superficie de este tema!
Este mes hablaremos
de la música, la televisión, dinero y nuestras amistades. Veremos como cada una
de estas cosas pueden llegar a convertirse en un ídolo, llevándonos a la
práctica de idolatría; cosa que Dios, rotundamente, prohibe.
Sé que ninguno de
los miembros del CDV practicarían el tener una imagen con el fin de adorarla.
Sé que en el corazón de cada Centro de vida existe el deseo de que otros vean
claramente a Jesús, con el fin de que se salven. Pero, ¿qué de esa colosal
imagen de nosotros mismos, que hemos erigido, obstruyendo totalmente cualquiera
oportunidad de que otros vean a Jesús en nuestra vida? ¿Qué de los altares que
hemos levantado a nuestro propio egoísmo, autosuficiencia, y saber cuántas
cosas más?
En Jeremías 23:29,
Dios nos dice que Su Palabra es como “martillo que quebranta la piedra”. Creo
que ha llegado el momento de sacar la Biblia y comenzar a derrumbar los muchos
ídolos y altares que nosotros mismos hemos levantado, quebrándolos en miles de
pedazos, y asegurándonos de que no se vuelvan a levantar, por medio de
entregarnos completamente a la adoración y servicio del único y verdadero Dios.
Hno. Ricardo