Sería completamente
ridículo pensar que una sola persona pudiera llevar a término la Gran Comisión.
No lo podemos lograr sin la ayuda de Dios y de nuestros hermanos en la fe. Una
actitud de “yo no necesito a nadie”, no nos llevará a ningún lado, sino al fracaso.
Para estar bien con Dios y para poder trabajar con nuestros hermanos, haciendo
las cosas bien, tendremos que hacer unos ajustes de actitud.
Si vamos a lograr algo
para el Señor, tenemos que unirnos. Tenemos que enfocarnos en la visión que
Dios nos ha dado, aprender el método de llevarla a cabo y dedicarnos a ella. Y
todo esto lo que tenemos que hacer con la actitud correcta.