Nuevamente regresamos al hecho de que nuestras
acciones hablan más fuerte que nuestras palabras. Cada uno de nosotros podemos
dar clases de cómo discipular, hacer el Cuaderno Espiritual, dirigir un Centro
De Acción, etc. Todos sabemos que debemos buscar primeramente el reino de Dios
y Su justicia. Pero, ¿de qué nos sirve saber estas cosas, si no las vamos a
hacer? Miles de personas van a despertar el día de mañana en el infierno,
habiendo sabido la mayor parte de su vida en la tierra, que Jesucristo había muerto
por ellos en la cruz del Calvario. ¿De qué les servirá?
Hermanos,
en este momento mi espíritu podría dejar su morada terrestre, y mi cadáver
quedaría frente a ustedes. De nada les serviría. De hecho, más bien los
incomodaría dentro de un par de horas, con su hediondez. De la misma manera, mi
fe, sin obras, no tiene ningún propósito. Estaría muerta. Y en las narices de
Dios – ¡hedería!
Menos mal
que no nos entierran a base de nuestra fe. Porque a muchos de nosotros, nos
enterrarían vivos, pues, no existe ninguna prueba de que nuestra fe esté
viva.