TEMA DEL MES

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noviembre 02, 2018

TESTIMONIO DE NUESTRO MISIONERO HNO. PAUL TINOCO

CMCE - Hechos 13:47

CE - Hechos 13:47


 “Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra.”

Pablo y Bernabé siendo llamados por el Señor iniciaron su primer viaje misionero, llegando primero a Chipre y luego a Antioquía de Pisidia, en este lugar compartieron el evangelio de nuestro Señor Jesucristo tanto a Judíos como a gentiles, sin embargo estos primeros en vez de abrazar el mensaje del evangelio, lo rechazaron, entonces Pablo les dice lo siguiente “a vosotros los Judíos era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios, más puesto que la desecháis… he aquí os volvemos a los gentiles”.

Luego continúa “porque así nos ha mandado el Señor” Pablo tenía un corazón sensible y obediente a la palabra de Dios. Dios mandaba y él obedecía. ¿no es esto lo que debemos hacer cada uno de nosotros? Cuando leemos la Biblia no estamos leyendo una revista barata, estamos leyendo la palabra de Dios, así que nuestros oídos debieran estar atentos a su voz, nuestra mente debiera estar despierta a sus enseñanzas, nuestro corazón debiera estar sensible a sus mandatos y nuestro cuerpo debiera estar listo, para poner en acción sus mandamientos.

¿Qué había mandado Dios a Pablo? En el texto vemos 2 cosas. Primero ser luz a los gentiles y segundo llevar la salvación a todos los habitantes de la tierra.

El Apóstol Pablo y todo creyente tienen esta misión “ser luz”. Sin Cristo en el corazón nosotros vivíamos en las tinieblas, ese estado de muerte espiritual, ese estado de depravación que daba la espalda a su creador, sin embargo, cuando la luz de Cristo llegó a nuestra vida, todo en nosotros cambió. Llegamos a ser luz en el Señor y así como una pequeña luz puede guiarnos a casa en medio de la oscuridad más profunda, de la misma forma el cristiano puede guiar al mundo a lo casa del padre, a la salvación eterna de sus almas, a una nueva vida en Cristo.

En segundo lugar Dios encomendó a Pablo y nosotros también el llevar el mensaje de salvación al mundo entero. Debemos de procurar no solo alcanzar a nuestra familia para Cristo, sino también a nuestra ciudad, nuestro departamento, nuestro país y el mundo entero. Pablo cumplió esta labor con el corazón, nosotros debemos de hacer los mismo.
Cada cristiano es llamado a ser misionero, cada cristiano tiene el deber y el privilegio de compartir las buenas nuevas de salvación al mundo entero. Nuestro campo misionero es el lugar donde más pasamos tiempo, puede ser nuestra casa, puede ser nuestro vecindario, puede ser nuestro centro de estudios, o incluso puede ser nuestro lugar de trabajo. No esperemos a que el pastor o los líderes de nuestra iglesia sean los únicos que realicen esta labor, cada uno es responsable delante de Dios de cumplir fielmente la gran comisión que el Señor Jesucristo nos ha encomendado.

¿Qué puede motivar nuestro corazón para realizar esta tarea de la mejor manera? Algo que motiva mi corazón cada día es simplemente mirar los ojos del crucificado y verlo caminar a la cruz por amor a mí.

Cuando se le pidió a un campesino contar lo que Cristo había hecho por él, él se fue al bosque, escarbo un poco la tierra y saco un gusano. Puso al gusano al medio de un montón de hojas secas, y con un fósforo comenzó a quemar las hojas, cuando ya el fuego estaba a punto de quemar al gusano, él tomó al gusano en sus manos y dijo “este es mi gusano” y lo salvo. Eso es lo que el Señor hizo por cada uno de nosotros, cuando ya estábamos a punto de quemarnos en el fuego del infierno, el por amor entrego su vida para salvarnos, nos libró del fuego y nos tomó entre sus manos y en sus manos estamos seguros.

Ante semejante amor, como no caer postrados a sus pies y decir Señor “iré a donde tú me envíes y haré lo que tú quieres que haga”.