El enemigo tiene muchas cosas a su disposición que puede utilizar para desviarnos del cumplimiento de nuestra misión. El Maestro en la parábola del sembrador nos habló de los espinos que ahogan la Palabra en nuestra vida. Pablo habló de no enredarnos en los negocios de la vida.
El dinero y todo lo involucrado con él, puede ser muy peligroso para cualquier persona, incluyéndonos a nosotros los hijos de Dios.
Cuando tú y yo le entregamos nuestra vida a Jesús, para ser nuestro Rey, Señor, Salvador y todo lo demás, le entregamos el título de nuestra vida, al igual que todo lo que pensamos que era nuestro. Nuestra vida, no es nuestra para vivirla como queremos, y nuestras posesiones no son nuestras para hacer con ellas lo que deseamos. Nosotros y todo lo que tiene que ver con nosotros le pertenece al Señor, y le rendiremos cuentas por lo que hacemos con el tiempo, el cuerpo y las cosas materiales que Él ha puesto bajo nuestra responsabilidad. Es cierto que Dios indica que el diez por ciento debe ser entregado para uso exclusivo de la Iglesia, para llevar a cabo los negocios de la Iglesia. Pero, si pensamos que podemos mal gastar y hacer lo que queremos con el noventa por ciento que nos queda, estamos muy, pero muy equivocados. Al igual que este hombre, rico pero necio.
Si vamos a rendirle cuentas por cada palabra ociosa que pronunciamos, ¿no creen que vamos a rendirle cuentas por nuestra vida y las cosas que puso bajo nuestro cuido?
