Dios se molestó con
Jonás porque la misión que le había encargado no era en Tarsis, sino en Nínive.
Dios tenía un mensaje específico para Nínive, y un mensajero específico para
Nínive: Jonás.
La voluntad de Dios
se va a hacer, queramos o no. Jonás tiene una de dos alternativas: (1) Ir a
Nínive en obediencia a Dios para ser bendecido, o (2) desobedecer a Dios y
pagar la consecuencia. Son las mismas dos alternativas que todos tenemos.
Jonás tenía un llamado especial sobre su vida. Dios
le había llamado específicamente para servirle en esta capacidad. Su deber era
ser obediente e ir a Nínive para pregonar el mensaje que Dios tenía para la
ciudad. Esas eran las reglas, y Jonás tenía que vivir de acuerdo a esas reglas.
Conste que Dios tiene un plan para la vida de cada
uno de nosotros. Cuando comenzamos a desviarnos de ese plan, Dios moverá las
cosas para regresarnos a ese plan. A veces, llega al punto de tener que usar
medidas drásticas para enderezar nuestros pasos.
No podemos escoger la manera en que vamos a servir a
Dios. Eso es lo que el mundo hace. Si vamos a servir a Dios, tenemos que hacer
las cosas a Su manera. Tenemos que ser obedientes a Su plan, estar en el lugar
donde Él quiere, a la hora que Él dice. Hacer otra cosa, sería ir en sentido
contrario. Muchos de nosotros, al igual que Jonás, hemos cometido el error de
pensar que podemos ir contra Dios. Si hacemos esto, sufriremos la consecuencia.
El bien nuestro, está en hacer Su voluntad. No nos pertenecemos a nosotros
mismos. Somos Suyos, y Él sabe lo que es mejor para nosotros. Hagamos caso.