Ya llegamos a ese
tiempo del año otra vez cuando todos prometemos hacer mejor; bajar de peso,
dedicarnos a nuestros estudios, ser mejores padres, hijos, alumnos, etc. Y sí
tenemos la buena intención de cumplir. Lo que pasa, es que cuando vemos que la
cosa se nos hizo un poco más difícil de lo que esperábamos, y no vemos los
resultados que pensábamos ver, nos damos por vencidos. Tiramos la toalla.
Tristemente, esto no solo sucede en lo físico, sino también en lo espiritual.
No es que no se
pueda. Ha habido personas en peores condiciones que nosotros que lo han
logrado. Lo que sucede, es que la solución al problema radica en una
preparación personal. O sea, personalmente, tenemos que prepararnos. Es
simplemente asunto de preparar el alma para que acepte (con fe), las verdades
de Dios.
En Lucas 14:31-33,
el Maestro nos dice que debemos “sentarnos primero y considerar”. Pone el
ejemplo de un rey que va a marchar contra otro con un ejército más numeroso.
Menciona el hecho de que si no puede contra él, desde lejos, pide condiciones
de paz. Por último, nos dice que si no renunciamos a todo, no podemos ser Sus
discípulos.
Escuchemos el
consejo de nuestro Rey. Esta guerra no será fácil. Es una guerra de por vida.
Quienes están metidos con nosotros en esta guerra van a cometer errores (al
igual que nosotros), porque todavía tienen su naturaleza carnal. Dios va a
permitir que sucedan cosas que no entendemos, para que se haga Su voluntad.
Vamos a ser perseguidos por la causa. Yo sé que estás gritando, “Pastor
Ricardo, ¡ya no me anime!” Pero, espera. Sabemos cómo termina la historia.
Sabemos lo que va a pasar si pedimos condiciones de paz a Satanás. Él nunca ha
respetado un contrato. Y ¿de qué nos sirve unirnos a alguien que comoquiera va
a perder? Espero que nos preparemos para lo que viene en el 2014. Sentémonos
primero y consideremos, aceptando con fe lo que dice la Palabra de Dios, para
luego pelear con todas nuestras fuerzas. ¡Aleyupi!