Hemos hablado acerca del comienzo del pecado, el cual ocurrió al crear Dios un ambiente en el cual uno tendría la oportunidad de escoger entre amarle o no.
Hemos hablado acerca del propósito del pecado que es separarnos de Dios, y cómo cada vez que pecamos, levantamos una división entre nosotros y Él.
Esta semana vamos a hablar acerca del poder del pecado. Ser negligentes en reconocer el poder que tiene, sería un grave error. Para el creyente en Cristo, el no querer reconocer el poder del pecado, le llevará a una vida de esclavitud y miseria. Para el incrédulo, la cosa es peor, pues, le llevará a una eternidad en el infierno. Lo que hacemos con el pecado, nos va a afectar grandemente.
Con una sola gota de ciertos venenos, podemos matar un elefante. Un solo pecado puede enviar el alma al infierno por la eternidad. El pecado no es algo con lo cual debemos coquetear. No debemos minimizar su potencia.
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