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Pedro 1:22 dice, “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la
verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a
otros entrañablemente, de corazón puro.”
Habiendo conocido a Jesús, y siendo Él
mi Salvador personal; no soy ignorante de qué se trata mi vida aquí en la
tierra, ni soy ignorante de lo que más necesita la humanidad. Ambas cosas me
identifican como la persona indicada para ser siervo del Señor, y llevar a cabo
la tarea de hacer discípulos. Si no yo, entonces, ¿quién?
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