Nuestro verso para hoy es muy parecido al de ayer. Pero, el
versículo para hoy, añade algo más: Traigan su ofrenda y vengan, póstrense ante
Dios. La obediencia produce fruto. Al venir a adorarle, debemos ofrecer ese
fruto a Dios, no con el orgullo de: “Mira todo esto que he hecho por ti”), sino
con la humildad de: “Sé que no es mucho, pero por favor recíbelo, que se lo
ofrezco con todo mi corazón”. Verdadera adoración sale de una vida humilde,
obediente, agradecida y servicial. Para Dios, la adoración sin estos elementos,
suena vacía e insincera. Aunque suene angelical a todos los demás, le falta
santidad.
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