Al pensar en la grandeza de Dios, las cosas creadas, y quienes disfrutamos de ellas; nos damos cuenta de lo pobre, débil y enfermiza que es nuestra adoración. ¿Desde dónde y hasta dónde nos ha traído Dios, por puro amor? Nosotros mismos, formamos parte de Su grandeza. ¡Adorémosle!
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