Oigo a muchos decir, “Me acuerdo cuando era palpable la presencia de
Dios en los servicios. La gente se salvaba, y se veía a Dios mover en la vida
de los hermanos. Oh, ¡cuánto anhelo experimentar eso otra vez!” Dos preguntas:
(1) ¿Buscas estar en paz con todos? (2) ¿Vives en santidad? No podemos servir a
los demás en el nombre de Dios si estamos peleados con medio mundo. No podemos
vivir en desobedencia a Dios y esperar tener Su compañía. Ambas cosas requieren
que peleemos bien la batalla espiritual. No lograremos la paz, ni la santidad,
sin Él. Y no lo veremos a Él, sin ellas. ¿Qué se hace? Rendirnos por completo a
Su voluntad y en sumisión, ¡obedecerle! Es Su santidad la que nos permite vivir
en santidad. Por eso le adoramos.
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