Adoración a Dios puede ser fácilmente fingida. Por
no ser verdadera, nunca podrá darle a Dios la gloria que Su nombre merece.
Cualquiera adoración ofrecida, fuera de la santidad, no es digna de Dios. Si no
fuera por Su santidad, seríamos incapaces de adorarle como merece ser adorado.
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