Es casi imposible imaginarnos una vida
sin imperfecciones, malos pensamientos y sentires. Una vida libre de
contaminación, suciedad e impurezas. Si no fuera por nuestro Dios, nunca
tendríamos la esperanza de conocer dicha vida. Es por eso que les invito a
únirse conmigo, esta semana, para adorarle por Su Santidad.
Isaías 57:15 dice, “Porque así dijo el
Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo
habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu,
para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de
los quebrantados.”
(1) La santidad de Dios salva. Los
títulos “Alto”, “Sublime” y “Santo”, son de gran importancia. Solo alguien
arriba del pecado, no afectado por el pecado, podría salvarnos del pecado. Es
cierto que habemos personas que nos comportamos mejores que otros, pero por
buenos que fuéramos, siempre somos pecadores. Los títulos que lleva nuestro
Señor, muestran que Él está arriba del pecado, no contaminado del pecado. Él es
el único quien puede salvarnos. Por ello, le adoramos.
(2) La santidad de Dios es vista por el
quebrantado y humilde de espíritu. El altivo, arrogante u orgulloso no verá la
santidad de Dios, porque está demasiado ingruído en sí mismo. Seguirá el camino
de Satanás, deseando establecer su propio trono y reino. El quebrantado y
humilde de espíritu, reconocerá su situación pecaminosa, se arrepentirá de su
maldad y clamará a Dios, pidiendo perdón y misericordia. Encontrará ambas
cosas. Por ello, adorará al Señor.
(3) La santidad de Dios vivifica el
corazón. No todos, pero la gran mayoría de creyentes son débiles debido a que
se alejan de la santidad de Dios por ser desobedientes a Su Palabra. La
presencia y poder de Dios, están ligadas a nuestra obediencia a Su Palabra.
Cuando obedecemos a Dios, Su presencia y poder nos vivifican, proveyendo todo
lo que necesitamos para vencer. Por ello, le adoramos.
Asi que, adoremos al Señor por Su
Santidad, pues, en ella, encontramos la salvación, y todo lo necesario para
llevarle la guerra a Satanás y vencer.
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