Como
creyentes podemos tener paz en cuanto a nuestra salvación, pero, no caminar en
paz aquí en el mundo.
Gálatas
5:16-17 dice, “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de
la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu
es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que
quisiereis”.
(1)
El Espíritu es la defensa de nuestra alma. La exhortación de La Palabra es que
“andemos en el Espíritu”. Solo hay dos maneras en que podemos andar: En el
Espíritu o en la carne. Para ser salvos y tener victoria sobre Satanás, el
pecado y la muerte, tuvimos que obedecer la instrucción del Espíritu. Nos
arrepentimos, pedimos perdón y entregamos nuestra vida a Jesús, naciendo
espiritualmente a la familia de Dios. ¡Aleyupi! Nuestra alma fue librada del
infierno, ¡eternamente! Pero, si no seguimos las instrucciones del Espíritu en
el diario vivir, así como el Rey David, podemos perder el gozo de nuestra
salvación. El Espíritu Santo es la defensa de nuestra alma.
(2)
Nuestra carne siempre será tentada a hacer el mal. La amonestación de La
Palabra es “no satisfagan los deseos de la carne. No cabe duda que todos le
prestamos atención a nuestro físico. Todos queremos vernos bien. Pero, ¿para
quién y por qué razón? Si nos cuidamos para complacer a Dios y servirle
mejor…¡qué bueno! Pero, bien sabemos que esa no es la razón. La “vanagloria de
la vida” siempre ha sido, y siempre será problema para nosotros. Siendo así,
Satanás lo usará al máximo en nuestra contra, trayendo cáos, inquietud y
tristeza a nuestra alma. Ya sabemos que el primer paso, siempre es el más
fácil. Cuando damos el primer paso, cediendo a la tentación, pasos dos, tres y
cuatro, son más fáciles de tomar. Pero, aunque nuestra carne se satisfacerá por
breves segundos, el daño causado al alma, será grande.
(3)
Nosotros decidimos lo que vamos a hacer. Comprendamos que cada día de nuestra
vida será uno de tomar decisiones que nos acercarán a Dios, o nos alejarán de
Él. Quien decide lo que vamos a hacer es el “verdadero yo”, o sea, nuestra
alma. Cada día (segundo a segundo), seremos confrontados con el obedecer a
Dios, o desobedecerle. Lo que decidamos, determinará el estado de nuestra alma.
Amigo,
¿hay un vacío en tu alma que no has podido llenar? ¿Lo has intentado llenar con
dinero, sexo, licor, drogas, diversión, etc.? Nunca lo lograrás. El Espíritu
Santo te guiará a los pies de Jesucristo. Allí es donde encontrarás la paz que
buscas. No te hagas sordo a Su llamado.
Hermano,
¿cuál es nuestra situación? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, vamos a
regresar ahora a la carne? Eso sería un grave error, y tú y yo lo sabemos. Por
mala que fuera nuestra situación en el mundo, nosotros podemos descansar, por
la paz que tendremos cuando estamos siendo obedientes al Espíritu. Seamos
obedientes y luchemos en contra de los deseos carnales que batallan con nuestra
alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario