Aunque
salvos por la gracia de Dios, nuestra alma todavía puede ser afectada por los
deseos de la carne, robándonos la paz y alegría que vienen con una buena
relación con Dios.
Juan
15:19 dice, “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois
del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.”
(1)
Si fuéramos del mundo. Jesús dice que si fuéramos del mundo, el mundo nos
amaría. Esto presenta un grave problema para quienes decimos tener a Jesús en
nuestro corazón, pero no tenemos ningún problema con el mundo. Si no tenemos
problema con el mundo, o estamos mintiendo (en cuanto a tener a Jesús en
nuestro corazón), o no estamos viviendo en obediencia a la Palabra de Dios.
Conste que ser obedientes a la Palabra incluye testificar. Y es mentira que
puedes tomar el lado de Jesús y no tener problemas con el mundo (Santiago 4:4).
Muchos llegamos al templo fingiendo estar en paz con Dios. Fingir es mentir.
Podemos fingir todo lo que querramos. Fingir no arreglará la situación.
(2)
No somos del mundo. El Maestro no vaciló al hacer este anuncio. Y no estaba
hablando de apariencias, pues, las apariencias engañan. Hasta el diablo se
presenta como “ángel de luz” (2 Corintios 11:14). Hay un movimiento muy
peligroso que ha causado gran daño a la Iglesia. Muchos llamados “creyentes”
(no digo que no lo sean, pues, no puedo ver su corazón), viven como si pertenecieran
a ambos reinos: El reino de Dios y el reino del mundo. El mensaje que predican,
es la mentira de que uno puede llevar una doble vida. Enseñan que con tal de
que vaya los domingos al templo, todo estará bien. El problema con esto, es que
aunque agrada a la carne, causa estragos y tormenta en el alma. No somos del
mundo. Debemos buscar la santidad y ser santos como nuestro Padre es santo (1
Pedro 1:15). Esta mentalidad de que podemos tener duo afiliación con ambos
reinos no es cierto.
(3)
El mundo nos aborrece. Pero, ¿por qué nos aborrece? Nos aborrece porque…¡odia a
Jesús! Y como nosotros vivimos de acuerdo a Sus mandatos y ordenanzas, viviendo
en santidad, el mundo no nos quiere. Al estar en nuestra presencia son
confrontados con su pecado, y no les gusta. Por eso, repito: Si no tenemos
problemas con el mundo, es porque realmente no tenemos a Jesús en nuestro
corazón, o estamos viviendo en desobediencia a las enseñanzas de Jesús.
En
este mundo, los creyentes somos “extranjeros y peregrinos”. No somos del mundo.
Estamos aquí por un tiempo para llevar a cabo la misión que nos ha sido
encomendada por nuestro Rey, y en cuanto terminemos, iremos a casa. Por feas
que se pongan las cosas en el mundo, si estamos cumpliendo nuestro deber y
siendo fieles a Dios, tendremos paz en nuestra alma. Caminaremos confiados,
sabiendo que la voluntad de Dios se está llevando a cabo. ¿Mis hermanos,
tenemos esta paz? Obedezcamos a Dios para bien de nuestra alma.
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