Si les preguntara, “¿Cuántos sienten que
estarían dispuestos a morir por Jesús?”, no dudaría que algunos lo
estuviéramos. Pero, este mes, no estamos hablando de morir por Jesús y Su
causa, sino de presentar nuestros cuerpos en “sacrificio vivo, santo, agradable
y racional”. Lo de ser sacrificio vivo, santo, requiere entrega, disciplina,
obediencia, y mucho, mucho Dios.
Salmos 50:5 dice, “Juntadme mis santos, los que
hicieron conmigo pacto con sacrificio.”
El Salmo 50 es un salmo de instrucción. Si
leemos toda la división 50, encontraremos referencia a muchas cosas: La venida
de Cristo, el día de juicio, que la obediencia es mejor que sacrificio, que
obedecer requiere reconocer a Dios en todo, ya que, sin Su ayuda, no podemos
vencer el mal, que la hipocresía es un mal que será juzgada severamente por
Dios, y que nuestra adoración ha de ser genuina.
Hoy, nos vamos a enfocar en el versículo 5 para
deseo ver qué podemos aprender en cuanto a presentar nuestros cuerpos en
sacrificio SANTO.
(1) JÚNTENME a mis santos. La primera pregunta
que me hice al leer esto fue: ¿No puede Dios “juntar a Sus santos”? La
respuesta es: Sí. La verdad es que Él es quien nos juntará cuando llega el
momento final. Mas hemos de recordar que Dios nos ha creado para Su honra y
gloria, y que tanto Su misión, como la misión que nos ha encargado nuestro
Señor Jesucristo, es la de ir y hacer discípulos a todas las naciones, juntando
así a Sus santos.
Esta tarea requiere sacrificio de nuestra
parte. No que muramos (Jesús ya hizo eso), sino que vivamos, separados del
pecado, con el fin de dedicarnos a juntar a los Suyos. ¿Quiénes son los Suyos?
Aquellos quienes obedecen el mensaje del evangelio. Aquellos quienes,
arrepentidos de sus pecados, depositan la fe que Dios les ha dado, en la
persona de Cristo Jesús. ¿Cómo los juntamos? Aquí es donde entra lo del
discipulado. Los juntamos por medio de ayudarles caminar diariamente con Dios.
(2) Júntenme a MIS santos. Nos urge entender
que no todo miembro del CDV es uno de los santos de Dios. En nuestro medio hay
de todo. De lo único que estoy seguro, es que Dios conoce a los Suyos. Algunos
luchamos por ser fieles en asistir a los Centros De Acción, discipular y hacer
el Cuaderno Espiritual. Luchamos para servir de ánimo a los demás, pero, cada
día se nos hace más difícil al quitar nuestro enfoque de Jesús para ver las
olas de la tormenta. Otros, el enemigo nos tiene completamente detenidos en el
asunto de juntar a Sus santos. Sabemos que debemos estar haciendo las cosas que
hacemos en el CDV, ya que el Espíritu Santo nos motiva, pero, allí estamos.
Detenidos sin hacer nada. A algunos, ya el Espíritu Santo ni intenta
conmovernos. Y aquí estamos, haciendo lo menos posible, esperando que el Señor
venga por nosotros. Luego, hay otros que están aquí que ni siquiera son de
Dios. Muchos de ellos, ponen en vergüenza a algunos miembros, ya que, no
conociendo a Dios, hacen más que (en sentido de obras) que los que sí le
conocemos. En Lucas 7, Jesús dice que estos dirán, “Pero, Señor, sacamos
demonios en tu nombre y sanamos en tu nombre”, más Él les dirá, “Apártense de
mi hacedores de maldad. Nunca los conocí.” Dios conoce a los Suyos. Ténganlo
por seguro.
(3) Júntenme a mis SANTOS. Tú y yo tenemos el
gran privilegio de ser llamados “santos”, pero no por nada que nosotros hayamos
hecho, sino por el pacto con sacrificio que hicimos con Dios. Los santos de
Dios no servimos a Dios parar algún día llegar a ser santos. Le servimos porque
ya lo somos. Una de las razones que me presentan mis amigos incrédulos por las
cuales no aceptan a Jesús, es porque saben que no van a poder vivir en
santidad. No han comprendido que, sin Jesús, nadie puede hacerlo. ¡Nadie!
Cuando aceptamos a Jesús, algo maravilloso sucede en nosotros. Algo que solo
Dios puede hacer. Al depositar nuestra fe en Jesús, el Espíritu de Dios, entra
a nuestro espíritu humano, y lo hace nacer de nuevo. Y es ese nacimiento
espiritual, que nos permite ser santos. Es ese nacimiento espiritual, el cual
nos permite presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo y santo.
Hermano, si estás pensando que está difícil,
por eso es que se llama sacrificio. Entre más difícil, mayor el sacrificio. Yo
considero un tremendo privilegio el hecho que Dios me haya dado la oportunidad
de expresarle mi gratitud y amor, concediéndome la oportunidad de presentarle
mi cuerpo en sacrificio vivo y santo. De lo contrario, no podría darle
absolutamente nada.
Amigo, ¿qué harás con la vida que Dios te ha
dado hoy? En Mateo 10:39 Jesús dice algo interesante. Dice, “El que halla su
vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará”. O
puedes dedicarte a las cosas de este mundo para perder tu vida, o puedes
entregarte a Jesús para encontrarla. La decisión es tuya.
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